lunes, 20 de febrero de 2012

El padre misercordioso

Frente a él figura el padre, inclinado levemente sobre su hijo, posando las manos sobre su espalda. Las vestiduras del anciano están cubiertas por un manto rojo y por debajo de éste asoman las mangas de una túnica de color ocre con reflejos de un dorado verdoso que contrasta con los vestidos harapientos del joven.

 La luz inunda el rostro del padre, que dirige la mirada hacia abajo resaltando la emotividad de la escena, aunque el núcleo de la misma reside, sin duda alguna en el gesto sencillo de sus manos, representadas de forma distinta. Así pues, la mano izquierda se apoya con firmeza y mayor vigor sobre el hombro del muchacho y la mano derecha lo hace con delicadeza. Con este sencillo gesto del anciano , unido al de su rostro, Rembrandt transmite todo el dramatismo de la escena. Visiblemente es este personaje el que concentra la máxima luminosidad del cuadro. Padre e hijo menor, aunque no ocupen el centro de la composición, sí se convierten en el grupo humano más importante del mismo. Rembrandt mostró en numerosas ocasiones su interés por las figuras de ancianos. La vejez era la edad para él ideal, la que le ofrecía la oportunidad de mostrar la riqueza interior que ofrecen el sufrimiento y la experiencia.

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