SALMO 138, I-II
Dios nos conoce desde lo más profundo
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1Señor,
tú me sondeas y me conoces;
2me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos entras en mis pensamientos;
3distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
4No ha llegado la palabra a mi
lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
5Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
6Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
7¿Adónde
iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
8Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
9si vuelo hasta el margen de
la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
10allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
11Si digo: «Que al menos
la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
12ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
13Tú has creado mis
entrañas,
me has tejido en el seno materno.
14Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
15no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
16tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
23Señor,
sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
24mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
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