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viernes, 20 de enero de 2012
El Reino de Dios ya ha comenzado
La primera gran novedad es que el Reino de Dios y su cercanía ya no es
un acontecimiento amenazante y que suscita temor (similar al anuncio de
Jonás), sino un “evangelio”, una “buena noticia”. En segundo lugar, esta
buena noticia no es una promesa futura (aunque ya inminente, como en el
mensaje de Juan Bautista), sino que “el plazo se ha cumplido” y esta
cercanía es ya una presencia. Y es que el Reino de Dios de que habla
Jesús no es un determinado orden social o político, no es una “nueva
era” que se nos echa encima inevitablemente por fantásticas
combinaciones estelares, no es tampoco (sólo, ni sobre todo) la
revelación de una nueva cosmovisión de tipo filosófico, metafísico,
moral… El Reino de Dios es el aviso y la noticia, la buena noticia, de
que Dios reina, de que está ya entre nosotros y es posible encontrarse
con Él. Lo notable de esta noticia es que esa presencia y esa
posibilidad de encuentro es incondicional, no está reservada a unos
pocos privilegiados, no está ligada a una determinada pertenencia
nacional, racial, social, moral… Porque se trata de una presencia humana,
accesible a todos, incluso a los habitantes de Nínive, la gran ciudad,
paradigma del mal y la enemistad con Israel. El Reino de Dios está cerca
porque es el mismo Jesús el que lo porta en sí. La voz que escuchó a la
orilla del Jordán en el momento del bautismo, “Tú eres mi Hijo amado;
en ti me complazco” (Mc 1, 11) es la experiencia fundante de todo el
ministerio de Jesús, y es esa paternidad de Dios la que Jesús transmite
con su presencia cercana y humana. Gracias a Jesús, a su presencia en
este mundo concreto, en el que no reinan condiciones ideales, al revés,
en el que hay violencia, injusticia, pobreza, sufrimiento… en este mismo
mundo, se ha hecho presente el Reino de Dios, no como una utopía
fantástica, sino como una posibilidad real: es posible, ya en este
mundo, en esta historia, ingresar en ese Reino y vivir de acuerdo con
sus leyes, porque Jesús mismo lo encarna en su persona; y Él está en
medio de nosotros.
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