DÍA DE LA PAZ. 30 DE ENERO DE 2012. PARQUE DE LA CARCAVILLA
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martes, 31 de enero de 2012
sábado, 28 de enero de 2012
Evangelio del 29 de Enero
“Hablaba con autoridad y expulsaba los demonios“
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos
entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a
enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como
los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un
hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres
de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién
eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando
un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es
esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus
inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del SeñorLa foto está tomada de http://odresnuevos.wordpress.com/evangelio-domingos/evangelio-29-enero/ os invito a visitar está página, me parece muy interesante.
viernes, 20 de enero de 2012
¿Quién es Jesús?
La personalidad de Jesús
La lectura atenta de los Evangelios nos permite descubrir,
no sólo la trayectoria general de la vida de Jesús, sino
también los rasgos fundamentales de su personalidad humana, tal como
fueron percibidos por sus discípulos e incluso por sus enemigos.
a) Un hombre libre
Ya desde su adolescencia (cf. Lc 2,41-52) Jesús se
manifiesta como un hombre libre frente a todo y frente a todos los que puedan
obstaculizar su misión. Libre frente a su familia (cf. Mc 3,21) y a sus
amigos (cf. Mc 8,31-33). Libre frente al poder político de los romanos
(cf. Lc 13,31-33). Y libre, sobre todo, frente a los ritos, las prescripciones
y las costumbres del judaísmo de su tiempo, cuando él
creía que se convertían en obstáculos para cumplir la
auténtica voluntad de Dios y servir al bien del hombre. Fue precisamente
esta libertad la que irritó a todos los poderes constituidos, que
decidieron acabar con él.
b) Un hombre con una experiencia religiosa profunda y
original
Hay un elemento fundamental en la vida de Jesús: su
obediencia radical y su confianza total en Dios, a quien le llamaba
«Abba» («papá»). Lo que alimentaba su vida y
daba sentido a toda su actuación era hacer la voluntad del Padre (cf. Jn
4,34). Y ésta era también la motivación y la fuerza que
hacía posible su libertad: necesitaba ser libre para amar y obedecer al
Padre.
No es de extrañar, pues, que fuera un gran orante:
dedicaba largas horas todos los días a dialogar con el Padre (cf. Lc
6,12), y nos ha dejado oraciones de una profundidad y belleza inigualables (cf.
Mt 11,25-26; Lc 11,1-3; Jn 17; Mc 14,36). Y fue precisamente su rica y original
experiencia de Dios lo que quiso transmitirnos. El objetivo último de
toda su vida fue manifestarnos a un Dios cercano, amigo de los hombres,
liberador, que se preocupa de los últimos, que sabe acoger y perdonar y
que nos convoca a todos a la gran fiesta de su Reino. En una palabra, a un Dios
que es «Buena Noticia» para el hombre.
c) Un hombre con una gran sensibilidad
La fortaleza de su carácter se armonizaba con una
gran riqueza de sentimientos. Era sumamente sensible para apreciar las
maravillas de la naturaleza: le gustaban los montes y el mar, y se fijaba en la
belleza de las flores y de los pájaros (cf. Mt 6,26-30). Pero sus
sentimientos se manifiestan sobre todo en las relaciones humanas. Siente una
compasión espontánea ante todo tipo de necesidad o desgracia (cf.
Mc 1,41; Lc 7,11-17; Mc 6,32-33); ama profundamente a sus amigos y llora ante
su muerte (cf. Jn 11,35-38; 18,8); se indigna ante la injusticia o la
adulteración de la religión (cf. Mc 3,5; 10,14; Jn 2,13-22); se
angustia profundamente ante la perspectiva de su muerte (cf. Mc 14,33).
d) Un hombre para los demás
Jesús dijo que «no había venido a ser
servido, sino a servir» (Mc 10,45). En efecto, nunca buscó su
propio interés, no se preocupó de su propia fama (cf. Mt 8,20),
no buscó dinero ni seguridad alguna (cf. Lc 16,3), tampoco buscó
el poder (cf. Jn 6,15), no vivió para una esposa ni una familia y supo
renunciar a sus proyectos para servir a los demás (cf. Mc 6,32-37). Fue
siempre un hombre disponible para los otros.
Además, sabía acoger a cada persona en su
originalidad y en su problemática irrepetible. No pensaba en la
humanidad, sino en cada hombre y en todo hombre que se cruzaba en su camino,
como Zaqueo (cf. Lc 19,1-10), la samaritana (cf. Jn 4), la adúltera (cf.
Jn 8,2-11)…
Y, sobre todo, estuvo siempre de parte de los que
necesitaban ayuda para ser libres y encontrar la verdad de su vida: el pueblo
humilde (cf. Mc 6,34), la gente inculta (cf. Jn 9,34), las personas de mala
reputación (cf. Lc 7,36.50), los enfermos (cf. Mc 1,23-28), las mujeres
(cf. Lc 8,2-3) y los niños (cf. Mc 10,13- 16).
El Reino de Dios ya ha comenzado
La primera gran novedad es que el Reino de Dios y su cercanía ya no es
un acontecimiento amenazante y que suscita temor (similar al anuncio de
Jonás), sino un “evangelio”, una “buena noticia”. En segundo lugar, esta
buena noticia no es una promesa futura (aunque ya inminente, como en el
mensaje de Juan Bautista), sino que “el plazo se ha cumplido” y esta
cercanía es ya una presencia. Y es que el Reino de Dios de que habla
Jesús no es un determinado orden social o político, no es una “nueva
era” que se nos echa encima inevitablemente por fantásticas
combinaciones estelares, no es tampoco (sólo, ni sobre todo) la
revelación de una nueva cosmovisión de tipo filosófico, metafísico,
moral… El Reino de Dios es el aviso y la noticia, la buena noticia, de
que Dios reina, de que está ya entre nosotros y es posible encontrarse
con Él. Lo notable de esta noticia es que esa presencia y esa
posibilidad de encuentro es incondicional, no está reservada a unos
pocos privilegiados, no está ligada a una determinada pertenencia
nacional, racial, social, moral… Porque se trata de una presencia humana,
accesible a todos, incluso a los habitantes de Nínive, la gran ciudad,
paradigma del mal y la enemistad con Israel. El Reino de Dios está cerca
porque es el mismo Jesús el que lo porta en sí. La voz que escuchó a la
orilla del Jordán en el momento del bautismo, “Tú eres mi Hijo amado;
en ti me complazco” (Mc 1, 11) es la experiencia fundante de todo el
ministerio de Jesús, y es esa paternidad de Dios la que Jesús transmite
con su presencia cercana y humana. Gracias a Jesús, a su presencia en
este mundo concreto, en el que no reinan condiciones ideales, al revés,
en el que hay violencia, injusticia, pobreza, sufrimiento… en este mismo
mundo, se ha hecho presente el Reino de Dios, no como una utopía
fantástica, sino como una posibilidad real: es posible, ya en este
mundo, en esta historia, ingresar en ese Reino y vivir de acuerdo con
sus leyes, porque Jesús mismo lo encarna en su persona; y Él está en
medio de nosotros.
Evangelio del Domingo 22 de Enero
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
viernes, 13 de enero de 2012
Señor, tu me sondeas y me conoces
SEÑOR TU ME SONDEAS Y ME CONOCES
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Sabes de qué pasta estoy hecho.
Tu me conoces por dentro,
mis pensamientos, mis sentimientos, mis intenciones.
Sabes cuándo me enfado y cuándo me alegro,
cuándo tendría ganas de gritar o ganas de abrazar a alguien.
Sólo Tu sabes cómo voy cambiando y creciendo.
Sabes, lo que me gusta y lo que no me gusta.
A veces, yo tampoco lo sé. Digo una cosa y hago otra.
Me gustaría expresar una cosa y en el útlimo momento hago otra.
Cuando yo no me entiendo, allí estás tú para ser mi luz.
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Ayúdame a aclarar mis motivaciones,
Ayúdame a superar mis inseguridades,
ayúdame a ser valiente para aprender cosas nuevas .
Señor, tú me sondeas y me conoces,
perdona mis faltas, sana mis envidias, cambia mi mal humor.
Perdona mis torpezas, sana mis heridas, cambia mi pereza y mi vergüenza
Señor tú me sondeas y me conoces,
fortaleza mi alegría, confirma mi buen corazón, asegura mis ganas por mejorar.
Fortalece mi sonrisa, confirma mis cualidades y asegura lo bueno que hay en mi.
Señor Tú me sondeas y me conoces.
Y yo te voy conociendo a Tí.
Gracias Señor.
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Sabes de qué pasta estoy hecho.
Tu me conoces por dentro,
mis pensamientos, mis sentimientos, mis intenciones.
Sabes cuándo me enfado y cuándo me alegro,
cuándo tendría ganas de gritar o ganas de abrazar a alguien.
Sólo Tu sabes cómo voy cambiando y creciendo.
Sabes, lo que me gusta y lo que no me gusta.
A veces, yo tampoco lo sé. Digo una cosa y hago otra.
Me gustaría expresar una cosa y en el útlimo momento hago otra.
Cuando yo no me entiendo, allí estás tú para ser mi luz.
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Ayúdame a aclarar mis motivaciones,
Ayúdame a superar mis inseguridades,
ayúdame a ser valiente para aprender cosas nuevas .
Señor, tú me sondeas y me conoces,
perdona mis faltas, sana mis envidias, cambia mi mal humor.
Perdona mis torpezas, sana mis heridas, cambia mi pereza y mi vergüenza
Señor tú me sondeas y me conoces,
fortaleza mi alegría, confirma mi buen corazón, asegura mis ganas por mejorar.
Fortalece mi sonrisa, confirma mis cualidades y asegura lo bueno que hay en mi.
Señor Tú me sondeas y me conoces.
Y yo te voy conociendo a Tí.
Gracias Señor.
Señor, tú me sondeas y me conoces
SALMO 138, I-II
Dios nos conoce desde lo más profundo
Dios nos conoce desde lo más profundo
"Aquí estoy vengo porque me has llamado"
Lectura del primer libro de Samuel (3,3b-10. 19):
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.» Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."» Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse. Palabra de Dios
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.» Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."» Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse. Palabra de Dios
Dios nos llama: busca tu propia llamada
Somos buscadores de Dios. Hombres y mujeres, chicos y chicas que quieren buscar su camino, que quieren construir su propio proyecto de vida. Dios es el horizonte de cualquier camino. Él es el camino, la verdad y la vida.
domingo, 8 de enero de 2012
Evangelio del domingo 8 de Enero
Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI
Homilía del 10 -01-2010 (trad. © Libreria Editorial Vaticana)
Cuando, recogido en oración, tras el bautismo, sale del agua, se abren los cielos. Es el momento esperado por tantos profetas: "Si rompieses los cielos y descendieses", había invocado Isaías (Is 63, 19). En ese momento —parece sugerir san Lucas— esa oración es escuchada. De hecho, "se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo" (Lc 3, 21-22); se escucharon palabras nunca antes oídas: "Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco" (Lc 3, 22). Al salir de las aguas, como afirma san Gregorio Nacianceno, "ve cómo se rasgan y se abren los cielos, los cielos que Adán había cerrado para sí y para toda su descendencia" (Discurso 39 en el Bautismo del Señor: PG 36). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo descienden entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si los ángeles llevaron a los pastores el anuncio del nacimiento del Salvador, y la estrella guió a los Magos llegados de Oriente, ahora es la voz misma del Padre la que indica a los hombres la presencia de su Hijo en el mundo e invita a mirar a la resurrección, a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
Papa Benedicto XVI
Homilía del 10 -01-2010 (trad. © Libreria Editorial Vaticana)
"Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco"
En el Jordán Jesús se manifiesta con una humildad
extraordinaria, que recuerda la pobreza y la sencillez del Niño
recostado en el pesebre, y anticipa los sentimientos con los que, al
final de sus días en la tierra, llegará a lavar los pies de sus
discípulos y sufrirá la terrible humillación de la cruz. El Hijo de
Dios, el que no tiene pecado, se mezcla con los pecadores, muestra la
cercanía de Dios al camino de conversión del hombre. Jesús carga sobre
sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, comienza su misión
poniéndose en nuestro lugar, en el lugar de los pecadores, en la
perspectiva de la cruz. Cuando, recogido en oración, tras el bautismo, sale del agua, se abren los cielos. Es el momento esperado por tantos profetas: "Si rompieses los cielos y descendieses", había invocado Isaías (Is 63, 19). En ese momento —parece sugerir san Lucas— esa oración es escuchada. De hecho, "se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo" (Lc 3, 21-22); se escucharon palabras nunca antes oídas: "Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco" (Lc 3, 22). Al salir de las aguas, como afirma san Gregorio Nacianceno, "ve cómo se rasgan y se abren los cielos, los cielos que Adán había cerrado para sí y para toda su descendencia" (Discurso 39 en el Bautismo del Señor: PG 36). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo descienden entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si los ángeles llevaron a los pastores el anuncio del nacimiento del Salvador, y la estrella guió a los Magos llegados de Oriente, ahora es la voz misma del Padre la que indica a los hombres la presencia de su Hijo en el mundo e invita a mirar a la resurrección, a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
Encuentro el sábado día 14 de Enero
Un saludo a todos y todas. Feliz Año Nuevo.
Comenzamos con fuerza y energía este año. Nos vemos el día 14 de Enero.
Os esperamos.
Comenzamos con fuerza y energía este año. Nos vemos el día 14 de Enero.
Os esperamos.
jueves, 5 de enero de 2012
Regalos de Jesús
- Te regalo a mi Santísima Madre, para que sea tu Madre.
- Te regalo mi alegría para que tengas una fuente inagotable de paz.
- Te regalo mis fuerzas para que te sostengas en tu cansancio cuando sirvas a los demás.
- Te regalo la quietud de la noche bendita de mi nacimiento para que llenes tu alma de paz.
- Te regalo mis ojos para que con ellos puedas dar una nueva mirada a este universo que puse a tu servicio.
- Te regalo mi caridad para que sientas el anhelo de trabajar por los desposeídos y de compartir tu pan con los hambrientos.
- Te regalo mi amor para que lleno tu corazón de él, puedas prodigarte a los demás.
- Te regalo mi paz para que con tu buena voluntad des gloria a Dios.
- Te regalo mi humildad para que desde tu condición de hombre, estés dispuesto a crecer y superarte.
- Te regalo la mula del establo para que calientes con tu fervor.
- Te regalo mi sencillez para que puedas llegar al Reino de los Cielos.
- Te regalo la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar y mi valentía para cambiar las que puedo.
- Te regalo mis ángeles para que te enseñen a ser mensajero de paz.
- Te regalo las caricias de mis manos para que te consuelen y alienten.
- Te regalo las lágrimas de mi madre como bálsamo de tus penas.
- Me quedo contigo.
- Te regalo la miel que llevaron los pastores para que endulces la vida de los tuyos con cariño y generosidad.
- Te regalo mi humildad para engrandecerte.
- Te regalo mi estrella para que te muestre el camino que a mí conduce.
- Te regalo la música para que como ella alegra, tu también logres dar gozo a los demás.
- Te regalo mis lágrimas para que laves con ellas tus pecados.
- Te regalo la luz de mi mirada para que guíe tus pasos.
- Te regalo mi misericordia para que con ella juzgues a tus hermanos.
- Te regalo mi alegría para que con ella contagies al mundo.
- Te regalo mi ternura para que con ella sirvas a los pequeños y a los necesitados.
- Te regalo mis manos para que con ellas construyas mi Reino.
- Te regalo mi amistad para que en ella te apoyes.
- Te regalo mi paz para que la contagies a todos los que crucen en tu camino.
- Como la estrella iluminó el camino de los reyes, recibe la luz de mi amor para que la irradies a los demás.
- Te regalo mi hombro que sostuvo la cruz del pecado de la humanidad para que te ayude a cargar tu cruz.
- Te regalo mi pesebre para que en él repose tu corazón.
- Te regalo el perdón para que como un bálsamo sane el rencor y cada ofensa que guardes en tu corazón y así en paz contigo mismo me ofrezcas lo mejor de ti.
- Te regalo mi amor para que sea la prenda de tu felicidad.
- Te regalo el sol para que así como él alumbra al mundo, alumbres tú la vida de tu familia y tus amigos.
- Te regalo mis pies para que te guíen por el camino de la verdad.
- Te regalo mi amor para que sea la prenda de tu felicidad.
- Te regalo mi boca para que con ella denuncies la injusticia.
- Te regalo mis llagas para que te conforten en tu dolor y crezca en ti la esperanza.
Carta a los Reyes Magos
Queridos Reyes Magos; MELCHOR, GASPAR y BALTASAR:
Hacía ya muchos años que no os escribía una carta para pediros nada. Ya sabéis, la ilusión de cuando niño, el tiempo la va apagando... y ya ni soñamos, ni esperamos nada nuevo y mejor.
Pero este año he recuperado muchas ilusiones y esperanzas. Y he recuperado mis deseos de ser niño. Por eso, pido para mí y para todos.
§ Como ya sabéis que el mundo está muy revuelto, os pido que nos traigáis un poco de PAZ (¡qué nos hace mucha falta!). Paz entre todos los países y también paz entre nosotros. A veces las rencillas y enfrentamientos nos impiden vivir en paz.
§ Necesitamos, también, ALEGRÍA. Que nos renovéis la ilusión, la apuesta por la vida. Alegría para que la vida de nuestra ciudad sea más agradable; alegría para que las celebraciones de cada domingo sean más vivas; alegría para que los más pequeños sigan creciendo en ilusión. Que la esperanza en el Señor nos mantenga alegres
§ También os pido un buen cargamento de SOLIDARIDAD. Vemos tantas miserias por la tele que se nos está endureciendo el corazón, y ya ni sentimos compasión ni nada. Por eso, traednos solidaridad: con los que tenemos más lejos, y también con los de más cerca, porque entre nosotros también les hay que lo pasan mal y nadie nos preocupamos de ellos.
§ Aunque muchos ya seamos mayores, no nos vendrá mal que nos traigáis ganas de SEGUIR APRENDIENDO Y FORMÁNDONOS. A los jóvenes unos buenos sacos de esfuerzo por sacar sus estudios adelante; a los más adultos, un cargamento de deseos de aprender: a través de la lectura, de los espacios de encuentro en e la Parroquia , de las revistas que tenemos a nuestro alcance... Todos necesitamos seguir aprendiendo, ¡y mucho!
§ Corno todo depende de todos, traednos, también, un buen cargamento de COLABORACIÓN. Lo decimos muchas veces, pero se nos olvida: para que las cosas de todos funcionen, todos debemos arrimar el hombro. Para que no se nos olvide, necesitamos participar todos, hacer lo que esté de nuestra parte, contribuir a hacer que las cosas marchen. que tendremos en Febrero crezcamos como comunidad cristiana y humana.
§ Y un último regalo, tan importante corno los anteriores. Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía , de la manifestación de Dios a todos los hombres, de la revelación de Dios como luz para todas las naciones: lo que os pido es que nos regaléis DESEOS DE MANIFESTAR CON NUESTRAS VIDAS ESTA LUZ QUE DIOS QUIERE DAR A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE LA TIERRA. Si no es por nosotros, Dios no se podrá dar a conocer a todos.
No pido nada más. Creo que si nos traéis esto, y nosotros lo vamos viviendo cada día, la vida a nuestro alrededor será cada vez un poco mejor.
¡Ah!, no olvidéis traer muchas cosas a los que lo pasan peor, a quienes sufren hambre, guerras, violencia, soledad... Al menos traednos a nosotros deseos y fuerzas para ayudarles. Con eso, podernos ir ayudándoles a vivir mejor.
Un abrazo, de esta comunidad parroquial y el compromiso por hacer realidad este sueño de vida mejor para todos.
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