OS invitamos a
que en este tiempo de cuaresma revises tu vida como cristiano, como
discípulo de Cristo. Este DNI que, a continuación, te muestro, te
ayudará a recorrer con Jesús el camino del Calvario… Sólo así, podrás,
unos días después, reconocerle en el camino de Emaús y gozar para
siempre de su compañía.
Conviértete.
De corazón. No te preocupes por la fachada, por el envoltorio. Jesús te
conoce de sobra; no intentes engatusarle con “penitencias de todo a un
euro.” Rasga tu corazón, no tus vestiduras.
Ubícate.
Utiliza para tal fin “el GPS de los evangelios.” En especial, el pasaje
de Lucas (4,1-13). Acude al desierto donde te esperan un montón de
dudas, de tentaciones… Pero no te des a la fuga, Jesús no te dejará
solo, si confías en Él, saldrás victorioso.
Ayuna.
Levántate todos los días con hambre de justicia. Acude a tu trabajo con
hambre de solidaridad. Relaciónate con tus hermanos con hambre de
fraternidad. Acoge las pruebas y los sinsabores con hambre de fe y
acuéstate al finalizar la jornada con hambre de Dios. Ya verás como
acabarás dándote “un atracón” de amor, de Amor del bueno.
Reza.
Cierra las puertas de la desidia, de los ruidos, de las prisas, del
“cumpli-miento.” Y, ahí, en lo escondido, en el interior de tu corazón
ama, ora y habla a Dios de los hombres y a los hombres de Dios; pues
nada sabe de oración el que no ama y nada sabe de amor el que no ora.
Escucha.
Precisamente porque Dios te ha dado una boca y dos oídos, escucha el
doble de lo que hablas. Pon “a cuarentena” tu lengua y escucha la
hermosa melodía que Dios, a través de las ondas de tus hermanos, pone
todos los días en tu corazón.
Santifícate.
Dios, a través de este tiempo de gracia, te envía un mensaje: “La cruz
es ante todo una declaración de amor.” A pesar de que haya gente a tu
alrededor que siga prefiriendo un cristianismo de butaca, tú apuesta por
un cristianismo de cruz. Recuerda que una persona santa no es aquella
que nunca cae, sino la que siempre se levanta.
Mira.
A tu alrededor. No es la cuaresma un tiempo para caminar solo. A tu
lado, Jesús sigue cayendo una y otra vez bajo el peso de la cruz. Sólo
los que tienen ojos pueden ver las necesidades de los otros y
convertirse en cireneos de tantas personas que siguen recorriendo el
camino del Calvario un día sí y otro también.
Ama.
Pues sin amor despídete de entender a Dios, porque Él es eso,
precisamente Amor. Combate las dudas, los fracasos, las cruces, el
dolor… a base de amor. No olvides que si sufriendo se aprende a amar,
amando se aprende a sufrir. Si amas, la Pascua, la resurrección, la
dicha de un Dios-Amor brotará, y de qué forma, en tu vida y en la de tus
hermanos… ¡Haz la prueba!
Fuente: Misión Joven Marzo 2011
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